¡Volver a la vida!
La reina del Pop subversivo era una monja.
Corita tenía dos vocaciones: Dios y el Arte. Y combinó ambas, al menos hasta que le dejaron… La jerarquía eclesiástica no veía con buenos ojos a esta carismática monja «comunista» transmitiendo a la humanidad subversivos mensajes sobre amor y tolerancia. Corita era demasiado radical para la Iglesia, demasiado católica para el mundo del arte.
Corita Kent era toda una experta en arte. A sus clases acudieron desde Hitchcock hasta Saul Bass (no hay duda de la influencia mutua entre Corita y Bass) y sabía que el arte que llegaba a las masas era el Pop. De Warhol tomó que el material de consumo de masas era una herramienta perfecta: sólo había que cambiar el mensaje.
Y Volver a la vida era un mensaje con tantas interpretaciones que lo puso en esta serigrafía, la técnica perfecta para democratizar el arte. Cogió el anuncio de Pepsi: Vuelve a la vida, estás en la generación Pepsi!,
pero ahí estaban también asociadas la guerra de Vietnam (y que los soldados volvieran vivos), Jesucristo y ella misma, cada vez más agobiada por las presiones de la Iglesia para dejar de tocar los cojones (al final abandonaría sus hábitos un año después).
Kent solía meter superpuestos en sus serigrafías todo tipo de anuncios, tipografías (que solía deformar, mutilar o invertir como aquí: puedes hacerlo)
y su propia caligrafía, en la que metía mensajes que iban desde la Biblia hasta filosofía, pasando por la historia del arte, la literatura o la música.
Todo coloreado con tintas muy brillantes, casi fluorescentes, con colores complementarios yuxtapuestos que provocan efectos dinámicos, con los que pretendía crear debate, convertir la imagen en un foro para un diálogo tipográfico cuidadosamente orquestado con citas que se combinan en una amplia gama de fuentes culturales.