
Watson y el tiburón
Sharksploitation.
El retratista más famoso de las Trece Colonias, pre-Estados Unidos, John S. Copley, viajó a Londres, donde comenzó a hacer una pintura histórica muy particular.
Aquí recrea el suceso ocurrido en La Habana en 1749, cuando un niño llamado Brook Watson sufrió un ataque de tiburón que hizo que perdiera su pierna por debajo de la rodilla.
Watson tenía 14 años cuando fue el incidente, y 25 años después, tras una brillante carrera como militar, una más exitosa como comerciante, y convertirse en miembro del parlamento y alcalde de Londres, le encargó la pintura a Copley, del que era colega.
Copley hace aquí una extraña mezcla de realismo, idealismo, teatro y reportaje, algo bastante inusual en una pintura histórica. Es una pintura romántica por tema y estilo, pero también es a la vez muy realista y muy «falsa», muy afectada, como de decorado. Copley se inspiró en el Laocoonte y sus hijos, en El milagro de los panes y los peces de Rafael, en Rubens y en Delacroix.
Pese al realismo anatómico y psicológico de la gente que hay sobre la barca, es evidente que Copley no vio un tiburón en su vida, de ahí lo peliculero y falsete de este ataque, que no por ello deja de tener un gran encanto.