Abel Azcona
España, 1988
Abel Azcona, el enfant terrible del arte contemporáneo español. Utiliza todo tipo de técnicas, soportes y disciplinas artísticas para hablarnos de identidad, violencia, dolor, sexualidad… todo para hacernos reflexionar sobre nosotros y nuestra sociedad. Se pueden, por tanto, calificar sus numeritos de arte político.
Artista obscenamente autobiográfico, Azcona fue abandonado al nacer por una madre puta y yonki. Su supuesto padre camello se hizo cargo de él, al menos las veces que las autoridades no le retiraban la custodia, y se lo llevó a Pamplona. La infancia de Azcona fue un infierno de abandono y abuso del que milagrosamente logró sobrevivir.
Acogido al fin a los siete años por una familia ultra-católica del Opus, Azcona sale de una muerte segura, pero no se adapta. Del lumpen politoxicómano pasó al conservadurismo más meapilas. Pero consigue formarse poco a poco como artista. Muy joven comienza a hacer performances públicas, en las que no faltan desnudos, alteración del orden público y demás obras en la calle, no obra de un enfermo mental (aunque había sido ingresado), sino con espíritu crítico y con el objetivo de denunciar problemas que él había sufrido en sus propias carnes.
Azcona convirtió de esa manera sus traumas en arte. Podrá gustarnos o no su arte, pero no puede acusarse a Azcona de falta de honestidad en lo que hace.
En sus piezas Azcona une vida y obra: delincuencia, pobreza, prostitución, maltrato. El artista parecía querer llegar a su lugar de nacimiento, luchando por la supervivencia entre chute y chute en el vientre de su puta madre. En algunas de su obras parece que quiere morir por el arte: privación de alimento durante días, confinamientos ininterrumpidos en contenedores, dejarse violar… ¡incluso dejarse disparar!
Sin embargo, con su arte consigue ser conocido y admirado en todo el mundo. Sus piezas valen un dineral. También es odiado. Las principales mafias religiosas, la parte más fundamentalista de la sociedad y la ultraderecha lo tienen como enemigo número 1, y eso evidentemente, repercute en más publicidad para su obra.