Fernand Leger
Francia, 1881–1955
Pintor de las máquinas, de industria y la vida urbana, Fernand Léger fue un cubista muy personal, que además se adelantó al futurismo, al Art-Decó y al pop-art.
El artista nace en el seno de una familia campesina francesa y empieza a trabajar como dibujante de arquitectura. No consigue una plaza en Bellas Artes, pero visita asiduamente el Museo del Louvre y las galerías impresionistas, donde probablemente aprendió más.
Al igual que Picasso y Braque, su vida cambia al descubrir a Cézanne, pero se aleja del cubismo ortodoxo para dotarlo de un colorido propio y una temática orientada a la iconografía de la máquina.
Artefactos y robots, convertidos en cilindros y conos son el retrato perfecto de esos primeros años del siglo XX, un mundo nuevo y deshumanizado.
Con colores primarios, llega en ocasiones a una estructura abstracta de formas geométricas, pero nunca saliéndose del todo de lo figurativo.
No pretende hacer apología de la máquina, sino una comunión entre esta y lo orgánico, consiguiendo un estilo único, estético y armónico; moderno y clásico a la vez.
Cultivó también otras artes como el cine, el teatro o las vidrieras.