František Kupka
República Checa, 1871–1957
František Kupka, bohemio en muchos aspectos de la palabra, pintor independiente, no-objetivo, espiritista, orfista y pionero del arte abstracto de principios del siglo XX, cuando distintos artistas de muy diferentes ámbitos geográficos y sociales quisieron encontrar la verdad fuera de la figuración, con la no-representación.
Kupka empezó haciendo una pintura con una base de realismo, pero más tarde su arte evolucionaría hacia la más pura abstracción. Su obra fue a partir de ahí siempre experimental y podríamos agruparla en cinco categorías: círculos, verticales, verticales y diagonales, triángulos y diagonales.
Lo que siempre pareció interesarle a este artista fue el color y sus posibilidades expresivas, que llegados a un punto relacionó directamente con la música (recordemos que la relación entre música y pintura fue denominada orfismo). También con la filosofía, con sus extrañas y espirituales teorías del surgimiento de la energía. Kupka estaba convencido de que el arte era un mecanismo de creación al margen de la naturaleza y que, al igual que la música, podía expresarse a través de valores formales.
Al parecer, el artista era extremadamente espiritual, ligado a la teosofía, y llegó a ejercer de medium en su primeros años en su Chequia natal.
Kupka participó activamente en la Primera Guerra Mundial y vivió también la Segunda. Pese a ser un artista valorado, aunque no protagonista (seguramente tampoco era su intención), durante toda su vida pasó penurias económicas. No tuvo la fama de otros compañeros suyos que sí pasaron a la historia como pioneros de la abstracción (Mondrian, Kandinsky, Malevich o Delaunay…) pero lo cierto es que fue él quien creó las primeras obras totalmente abstractas expuestas en público.
Murió aislado y marginado, solitario y melancólico, como un eremita en esa Francia en la que vivió casi toda su vida.