Alka Seltzer
La resaca del expresionismo abstracto.
Roy Lichtenstein deja atrás las pinceladas vehementes de esos pintores borrachos que habían reinado en el arte todos esos años, esos viejos autodestructivos en delirium tremens babeando su pintura en los lienzos.
Tras la borrachera llega la resaca, y Lichtenstein la combate con su Alka-Seltzer particular: haciendo todo lo contrario al expresionismo abstracto.
Ahora es tiempo de esconder la pincelada, hacer desaparecer (aparentemente) todo gesto de que el artista estuvo ahí. Inspirado en los cómics y en los envoltorios de chicle de sus hijos, Lichtenstein decide hacer de sí mismo casi una imprenta industrial, de ahí los característicos puntos Ben-Day marca de la casa (vaya… parece que el artista nunca desaparece de todo…).
Ahora es tiempo de abandonar toda esa pedantería abstracta y representar algo concreto. A ser posible algo muy banal. Tan banal como un anuncio. Era hora de abandonar la solemnidad del artista e ir con los tiempos que corrían.
Un efervescente vaso de Alka-Seltzer se convierte así en obra de arte y además se puede producir en serie.
Y ya que hay tanta ironía, hay quien ve un autorretrato del artista en esa pastilla disolviéndose, una caricatura del propio Lichtenstein con su prominente nariz y su exagerada barbilla.