Amantes
Incertidumbre de amor.
Egon Schiele lo vuelve a conseguir. El pintor expresionista de principios del siglo XX crea nuevamente una obra que desafía la tradición y los convencionalismos.
En esta obra de 1913, el artista austríaco coloca sus modelos en una postura poco habitual. Vemos un hombre estirado con las piernas abiertas. Entre él una mujer ocupa el hueco que este le ha dejado. La posición y la desnudez nos remite directamente a una escena sexual. No obstante, Schiele invierte los papeles de la relación clásica y coloca la mujer en el rol penetrante del hombre. Es ella quien se introduce en él y él quien se abre ante ella.
Es habitual sorprendernos ante la peculiar línea de Schiele. Se caracteriza por ser agresiva y, a su misma vez, suave. El pintor dota de fuerza el perfil del macho, pero es delicado y fino al dibujar a la hembra.
Pasando rápidamente por las obras de Egon Schiele, vemos un autor que focalizaba toda su atención en los protagonistas y dejaba un fondo casi sin detalle. Amantes no es una excepción. La obra es austera. El ambiente es desconocido. Los personajes están delimitados por varias líneas; practicamente no los colorea. Usa un lapiz y pocas acuarelas. No obstante, todo cambia gracias a la larga cabellera de ella y a las botas del hombre. Este rojo anaranjado hace subir los niveles de pasión entre los protagonistas.
Pese a su cercanía, los personajes parecen abstraídos uno del otro; no se miran, solo se tocan. Esta distancia sentimental se ve agravada por el tono azul que usa para marcar los ojos de cada uno. Este color puede significar calma y estabilidad, pero tambien tristeza y melancolía.
La dicotomía entre el azul y el rojo se suma a esta posición casi sexual, tine de incertidumbre una obra que nos emociona y nos llena de dudas. ¿Son pareja? ¿Lo han llegado a ser en algún momento? ¿Realmente se quieren o solo pasan el rato juntos? Intentamos comprenderlos y no lo conseguimos; quizás esto mismo les pase a ellos: tratan de buscarse el uno al otro, pero nunca terminan de entenderse.
He aquí donde reside la magia y el ingenio del gran Egon Schiele, con pocos trazos y pocos colores, te mantiene enganchado a una historia que tratas de descifrar.