Un paisaje
No todo son desnudos y cuerpos retorcidos en este genial artista.
Pues sí… Llama la atención que el tío que tan bien supo captar la figura humana (ya fuera vestida o desnuda) también se ocupara de los paisajes con la misma calidad, pero lo cierto es que pintó unos cuantos cuadros de esta temática con esa intensidad y vitalidad que tienen sus típicas figuras retorcidas.
Schiele plasma aquí el puerto de la ciudad de Trieste. Todavía tenía 17 años, no había alcanzado ni de lejos la madurez artística (ni vital). De hecho, según parece, fue en esta ciudad donde el artista perdió su virginidad y conoció por primera vez la belleza del cuerpo femenino, que sería una de sus grandes obsesiones.
Pero también se quedó impresionado por el puerto de la ciudad y quiso dibujarlo al estilo Van Gogh. Son especialmente llamativos los reflejos del sol en el agua y esos trazos a lápiz (también con la punta del mango del pincel, como Vincent) que dotan de un gran dinamismo a la obra.
Posteriormente, los paisajes de Schiele se irán alejando paulatinamente de la simple reproducción para convertirse en esos “paisajes emocionales”, influído por el que sería su gurú, Gustav Klimt.