Amor y dolor - Vampiresa
Mujer fatal, siempre con problemas...
¡Qué pesados los artistas con eso de la mujer fatal! Una Dalila, una Lilit, una Salomé, en definitiva una malvada pelirroja que usa su sexualidad como cebo para atrapar al desventurado e inocente héroe. Un arquetipo que sería utilizado por cientos de artistas de todas las épocas y lugares, como es el caso del sórdido, del putero, del triste Munch.
¡Pobre Munch! Seguramente al tío mierda le rompió el corazón alguna de sus muchísimas amantes (recordemos que era considerado «el hombre más apuesto de Noruega…») y claro, la mujer, toda mujer, ya se convirtió inmediatamente en mujer fatal…
Aquí pinta este motivo que repetiría en otras de sus obras: una pelirroja mordiéndole el cuello a un pobre e inocente señor. Es decir, estamos ante una malvada vampiresa, una depredadora que está atacando a este sumiso caballero que tanto se deja querer. Una visión de lo más siniestra del amor, fuente de dolor… y de ahí el título.
Otra forma de verlo es, por supuesto, una mujer consolando a un pobre hombre que sufre mal de amores, pero Munch le da ese toque tan oscuro y ambiguo que parece que estamos ante una despiadada criatura de la noche.
Pero no me malinterpretéis… No tengo nada en contra de esta «Vampiresa». De hecho, estamos ante uno de mis cuadros preferidos. De hecho, yo no veo aquí la ansiedad sexual del artista, no veo rastro de misoginia… Veo a una mujer fuerte, pelirroja por supuesto, como Maureen O’Hara, veo a una persona dueña de su destino, libre y fuerte, independiente, capaz de todo por seguir siendo ella misma… y si hay que vampirizar, se vampiriza.