Asuero en el fin del mundo
Frío, Muerte y desesperación.
El Judío errante es un mito sobre un hebreo que se burló de Jesús mientras le daban de lo lindo en el camino hacia la Crucifixión. Al ver esto, Dios decidió poner en su lugar a este tipo y lo condenó a vagar por el mundo hasta la Parusía, es decir, el retorno de Jesucristo a la Tierra.
Asuero, por tanto, anda errante e inmortal por la Tierra, y aquí lo vemos en los confines mismos del planeta, en «el fin del mundo». Un paisaje polar y tormentoso. El viejo barbudo y cansado, aparece rodeado por dos figuras: a la izquierda el ángel de la esperanza de espectacular belleza que ilumina un poco la escena; y a la derecha, la Muerte, siempre al lado del agotado Asuero, pero nunca llevándoselo con ella.
En primer plano yace una figura femenina desnuda e inerte, que es la personificación de la humanidad muerta. Unos cuervos se van a dar un banquete con ella.
Un cuadro lleno de simbolismo y maravillosamente ejecutado por el húngaro Adolf Himéry-Hirschl (que por cierto, tenía origen judío).
Colores fríos para un cuadro que hiela la sangre por su belleza e intensidad dramática. Mención especial para esa maravillosa Muerte con su inseparable guadaña. El viento helado hace bailar su túnica roja.