Autoproclamación
Alfonsito casi se rompe la crisma.
El día 14 de Abril de 1931 la España que se acostó como una monarquía endeble al frente de la cual se encontraba el rey Alfonso XIII amaneció transformada en república. Se proclamó en Éibar, Valencia, Barcelona y finalmente, tras pactar el monarca su salida de España, en Madrid. Cuando se hizo oficial en la capital, el jolgorio y las celebraciones se extendieron por toda la ciudad. La gente se agolpó a millares en la zona centro de Madrid para celebrar lo que ellos creían que era un nuevo y próspero comienzo. La exaltación fue tal que unos cuantos incluso consiguieron derribar la estatua de Isabel II que por aquel entonces gobernaba la plaza del Sol.
Si hay un personaje que no podía perderse este momento ese es Alfonso Sánchez Portela, al que también se conocía cariñosamente como “Alfonsito”.
Resulta que Alfonsito era por aquel entonces ya un fotógrafo extraordinariamente experimentado, uno que ya sabia de primera mano el significado de la expresión “jugarse el pellejo” gracias a sus increíbles aventuras en sitios tales como Marruecos, Senegal y por supuesto España. Alfonsito debió sentir el peso de la historia caer sobre su ciudad natal, y como tantos otros madrileños corrió a la Puerta del Sol a presenciar tal imperdible acontecimiento, solo que él llevaba consigo su equipo fotográfico.
A mí, me gusta imaginarlo entre la excitada multitud, tratando de tomar las mejores fotografías posibles, y de repente, levantando la vista para darse cuenta de que la mejor fotografía, esa que iba a pervivir en un lugar especial de nuestra historia, solo se podía tomar desde un lugar. Un sitio lo suficientemente elevado como para permitirle disparar por encima de las cabezas de la muchedumbre. Así, se debió arremangar, seguro que se ató los zapatos bien fuerte, y se dispuso a escalar una de las altas casetillas de venta de tabacos que se distribuían por la plaza rezando para no resbalar y darse el golpe de su vida.
Desde ahí arriba, mientras hacía equilibrios propios de un saltimbanqui tomo una fotografía perfecta. La caterva copa por completo la superficie de la escena, de los que solo distinguimos algunas cabezas distorsionadas. Al fondo los edificios dibujan un difuminado y poco importante horizonte. En segundo plano, un hombre de figura heroica sostiene una bandera con vigor. En primer plano, lo primero que distingue nuestra vista: Un grupo de personas se agolpan unos junto otros para sostener todos juntos la recién inaugurada “tricolor”.