Bañistas
Culebrón turco.
Hubo una época en la que Gérôme se puso morado de pintar bañistas. Lo oriental estaba tan de moda que hasta los academicistas como él cayeron rendidos al exotismo y la sensualidad de tierras lejanas. Así, pintores de renombre empezaron a recrear harenes privados de sultanes, vaporosos baños turcos y estancias aromatizadas bajo los efluvios del hachís y el sándalo. Y por lo general, también esclavas. Esclavas desnudas.
Jean-Léon Gerôme realizó unos cuantos de estos desnudos orientales, perfectamente legitimados por las instituciones académicas. Hasta el mismísimo Ingres había caído rendido ante la grandiosidad de esos misterios orientales, y su pupilo Gérôme sigue los pasos del gurú amplificando los detalles en telas, azulejos, texturas y esas cálidas aguas que mojan la piel femenina.
Para un artista criado bajo las doctrinas del mundo clásico como el premiado y muy respetado Gérôme, era como tener la grandiosidad de los Imperios de antaño sólo a unos cuantos miles de kilómetros de distancia. Además, escenas como esta le permitieron adentrase como un voyeur en salas secretas sólo al alcance de sultanes y califas.
Gérôme recrea una escena vaporosa y sensual, cálida y empeñada, en la que vemos una luz jugueteando en las paredes de ese baño turco.