Bordando el manto terrestre
Soñando con los bordados de Freud en la Edad Media.
La obra Bordando el manto terrestre nos deja claro el mundo onírico que nos presenta Remedios Varo. En él flota una iconografía influenciada en la época medieval. Una gesta visual que se compone de tres obras plásticas: Hacia la torre, Bordando el manto terrestre (secuencia central del tríptico) y La huida, que forman una historia sucesiva con magnitud dimensional poética.
En Bordando el manto terrestre nos adentramos en una secuencia fantástica, hipnótica y espiritual, en la que observamos unas jóvenes que podrían ser musas, de constitución liviana e idénticas entre sí. Están tejiendo un mundo naciente con hilos, una acción contraria a Amaranta, personaje literario de Cien años de soledad, que teje una mortaja para su propio final.
Las muchachas trabajan a ritmo de la suave melodía de un flautista situado detrás del personaje central del óleo. Este personaje es un alquimista de poderosa personalidad que utiliza un libro para cocinar el conjuro que suministrarán las doradas hebras que usan las tejedoras. Al igual que en la obra Papilla estelar, las mujeres se hallan en un habitáculo parecido a la torre de Anglés, ciudad natal de Remedios Varo, donde su padre dirigía una fabrica de tejidos con sus correspondientes telares. Suponemos que una de las jóvenes bordadoras podría ser la propia autora que en La huida escapa con su amante.
En Bordando el manto terrestre, la pintora nos sumerge en un escenario en el que la actividad es de una nocturnidad ensoñadora, pero a la vez, rozando la tenebrosidad. Una oscuridad que hace destacar el luminoso dorado del interior del habitáculo, el cabello de las jóvenes y el sedoso manto tejido. Nos adentramos en un paisaje en el que la noche toma tanto carácter como los propios personajes. Personajes que pese a vivir en un mundo cósmico están proyectando un mundo real. Un mundo a los pies de la torre que esta suspendido en un paisaje crepuscular. El universo plástico de la artista es atemporal, fantástico y de personajes de mirada enigmática que parece inspirar el trabajo del ilustrador contemporáneo Benjamín Lacombe.
La pintora fue una figura destacada del Surrealismo. El arte surrealista toma fuerza en el inconsciente y lo irracional para darle una perspectiva nueva y revolucionaria. Freud y su interpretación de los sueños aportan la base de este movimiento artístico que supone una ruptura con la cultura de la razón y convencionalismo social. Una renovación que hilo a hilo, pincelada a pincelada supo crear Remedios Varo en su Bordando el manto terrestre.