Buscando la utopía
Jan Fabre y su tortuga explora un país sin fronteras.
Esta dorada tortuga, de pasos estáticos, ha viajado por medio mundo buscando la utopía dentro de una exposición llamada Spiritual Guards (la excelente pieza se exhibió en la renacentista Piazza della Signoria de Florencia, descansó junto a las replicas de David de Miguel Ángel y Judith de Donatello, siempre acompañada por su mentor). El propósito de esta obra, de bronce fundido, es crear a su alrededor un entorno de ensueño para que el espectador pueda volver a la infancia. El propio Fabre monta a horcajadas en la tortuga, al igual que sí cabalgara en un elegante corcel, para conducirnos por el sendero de los sueños. Tortuga y caballero nos invitan a colarnos en su mundo enteramente utópico.
Parte de su universo escultórico tiene el sello indiscutible de la continua búsqueda y la ambigüedad de la irrealidad. En El hombre que mide las nubes (1998) al que, en la bella Búsqueda de la utopía, traspasamos la línea que separa la realidad de la fantasía para deambular por esos micromundos oníricos y particulares a los que nos tiene acostumbrados el polifacético artista.
Jan Fabre explora, junto a la majestuosa tortuga, un país sin fronteras. Un lugar en el que la política esta extinguida por el hastío de los propios gobernantes, el hambre solamente es un sustantivo pues no existen ni pobres ni ricos… Una tierra en el que el aire es totalmente sano, puesto que los medios de transporte son ¡las tortugas! Y pese a su lentitud nunca llegaríamos tarde, pues los relojes no hubiesen existido y el sentido del tiempo sería acrono. ¿Me pregunto si el artista se imagina, de ese modo, el utópico mundo?
Parece ser que el origen de la bella obra Buscando la utopía está inspirada en Utopía, el libro del estadista Tomas Moro (1516), cuyo titulo extendido es Libellus vere aureus, nec minus salutaris quam festivus, de optimo reipublicae statu, deque nova insula Vtopi (Librillo verdaderamente dorado, no menos beneficioso que entretenido, sobre el mejor estado de una república y sobre la nueva isla de Utopía). Tomas Moro construye una sociedad imaginaria que le sirve de crítica al sistema social al cual pertenecía.
Pues ya sabes, si un día te cruzas con esta gran tortuga de bronce, cierra los ojos, ¡schsss! Silencio… Seguro que al abrirlos te encontrarás en tu particular utopía.