
Cabeza abstracta
Sinfonía en rosa.
Tras acabar la I Guerra Mundial, el expresionista ruso Alexej von Jawlensky empezó a dibujar lo que él denominaba «cabezas místicas» o «caras de santos». A cada una de ellas les ponía títulos poéticos: Mirada interior, Luz de luna o esta que veis en la imagen, Sinfonía en rosa.
Al final, Jawlensky se obsesionó con esta serie de caras y trabajaría con ellas hasta la náusea (251 caras!), un poco como le pasó a Monet con sus nenúfares. Al final dejó una serie de caras, más o menos iguales, pero todas absolutamente distintas. Son rostros con influencias y ecos atemporales y universales, que podríamos definir como iconos neobizantinos, como rostros expresionistas rusos… y es que son caras tan arcaicas como modernas.
Rozando la abstracción que había popularizado su colega Kandinsky, Jawlensky nunca llega a entrar de lleno en ella, por mucho que el título haga alusión a este nueva y revolucionaria forma de arte. A este artista no le interesaba la abstracción más allá de rozar lo espiritual que lo acercara un poco a Dios.
A veces más orgánicas, o a veces muy geométricas (como es el caso), a veces de colores saturados, otras más sobrias, estas caras de Jawlensky son siempre estilizadas como máscaras.