Cabeza de anciano
Fragonard suelta la pincelada.
Los Retratos fantásticos (Portraits de fantaisie) son una serie de retratos del pintor francés Jean-Honoré Fragonard. Se dice que fueron pintados en una sola hora, de ahí el nombre italiano fa’ presto (hechos rápidamente).
Fragonard fue uno de los pintores franceses más importantes de su época, y todo un referente del rococó galo, con sus pinturas de columpios y sus retratos de nobles empolvados y empelucados hasta el histrionismo. Un tipo de barroco 2.0 que llevó la teatralidad y el empirifollamiento a límites insospechados.
Pero en una hora, al pintor solo le daba tiempo a pintar lo justo y necesario, y de ahí estos alucinantes retratos en los que la espontaneidad y la pincelada suelta dan como resultado una sinceridad pictórica bastante inusual para la época.
En esta cabeza de viejo, con su barba canosa y su nariz colorada, Fragonard demuestra que a pesar de sus cuadros sobre banalidad y hedonismo, era perfectamente capaz de mostrar la realidad con pinceladas explícitamente visibles y esos acentos cálidos y luminosos que dan vida al retratado. Esa hermosa pasta manipulada con tanta seguridad, (…) esa vitalidad del pincel que dobla el modelo a las exigencias del artista, (…) esa vida dada al material pictórico.
[1]
El rostro de un anciano que no es exactamente un retrato. Es más bien una simple cabeza, un pretexto para la investigación pictórica y la interpretación de una expresión. Y por supuesto, un homenaje a su admirado Rembrandt, tanto en el tema como en el juego de luces.