Can’t Help Myself
Sísifo 2.0
Este robot va perdiendo líquido hidráulico, y está programado para que, cuando los sensores detecten que el fluido se está expandiendo demasiado, use su brazo con una pala para retenerlo. Antes, el robot tenía tiempo de sobra e incluso se echaba un bailecito (estaba programado para hacer 32 movimientos). A día de hoy, está demasiado estresado y no consigue retenerlo correctamente, dejado zonas del suelo manchadas y las paredes salpicadas con líquido rojizo. Ya no tiene tiempo para bailar, sólo puede intentar mantenerse «vivo».
Los artistas Sun Yuan y Peng Yu utilizan intencionadamente un líquido rojo. Quieren humanizar a esta máquina y hacer que quizás los espectadores que la miran a través de esas paredes sientan empatía por el robot.
Lo cierto es que no podemos más que sentir lástima por este autómata condenado a hacer ese absurdo trabajo eternamente, como Sísifo. Encerrado en su jaula transparente, realiza una danza repetitiva e interminable. Una cruel performance programada por estos dos artistas que juegan a ser Dios y que pretenden manipular las emociones de los espectadores que consiguen empatizar con un objeto inanimado —más incluso que con un ser humano— al verse reflejados en una máquina que lucha por sobrevivir en el absurdo de su existencia que roza lo distópico.