Carlos V dominando el furor
La primera escultura desmontable.
Carlos V, sereno, imperturbable, se alza en actitud de César victorioso sobre una horrible bestia encadenada, el Furor.
Esta estatua fue una de las realizadas en el primer encargo que Carlos V le hizo a Leone Leoni en 1549. Se considera la gran obra maestra del escultor, y la primera obra de tamaño monumental que realiza.
La finalidad de la escultura, más que la de retratar al Emperador, es la de ser un trofeo de guerra. El soberano más poderoso del momento aplasta a un monstruo con el rostro desencajado por el miedo, que difiere mucho de la actitud tranquila y seria del vencedor.
¿A qué o quién representa el Furor? Lo normal habría sido utilizar la figura para personificar una provincia vencida o un éxito militar. Sin embargo, el Furor (figura que se inspira en la Eneida) es un enemigo abstracto, de forma que cada cuál le ponga la identidad que prefiera, ya sea el hereje protestante o el turco.
Lo que hace este retrato algo único es que Leoni realizó algo sin precedentes, una escultura a la que se le puede poner y quitar la armadura. Esto le permitía representar al Emperador como una figura divina, como hacían en la Grecia Clásica, o bien como una escultura thoracata romana. Cuando está desmontada, se hace patente la idealización de la anatomía del Monarca, que presenta una musculatura y una estatura que no se correspondían con la realidad.
A pesar de que la escultura se presentó al Emperador en 1556, no se consideró terminada hasta 1564. La escultura se trasladó al taller de Pompeo Leoni (hijo de Leone) en Madrid, quien fue el encargado de concluirla.