Casa de locos
El infierno en la tierra.
Así los vi yo en Zaragoza
escribió Goya a su colega Bernardo de Iriarte en una carta donde se detalla el infierno en la tierra, un manicomio de principios del siglo XIX, y además en la atrasada España. Goya nos da una pequeña muestra de un lugar así: es casi peor que una residencia DomusVi… Bueno, tanto no.
Rodeados de altos muros, los locos están encerrados en el sitio más lóbrego posible para un enfermo mental, viviendo su larga noche de piedra. Por la ventana se derrama un poco de luz que nos permite ver esta grotesca galería de enajenación. La gente que no está directamente desdibujada, vive fuera ya a la realidad desnudos o semidesnudos.
Aquí ya no hay loqueros «controlando» la situación como en Corral de Locos. En esta casa los locos parecen, ya no gobernar, pero si fabricarse su propio mundo
Goya hace que empaticemos, quizás hasta que nos identifiquemos con esta galería de gente. Tenemos donde elegir:
El del tricornio, que se imagina que está disparando; el de la corona de plumas, al que le besan la mano como un rey; otro recostado con plumas en la cabeza a modo de mitra nos hace la bendición como un papa; uno con naipes en la cabeza y una flauta canturrea; uno juega con los cuerno de un toro…
Y al fondo en las penumbras, la imagen más perturbadora, de una osadía alucinantes para un artista del primer s. XIX. Goya muestra una mamada entre dos hombres.