Vuelo de brujas
Goya denuncia la ignorancia enquistada en su país, y de paso deja volar su imaginación.
El pre-romántico Goya, adelantándose unos añitos a su tiempo, nos presenta una escena de la noche, con un vuelo de brujas que parece la ilustración de un cuento de terror.
Tres personaje tocados con capirotes sostienen en el aire a otro desnudo, abandonado en sus brazos, al que insuflan aire soplando sobre su cuerpo. O quizás succionando…
Abajo se sitúan dos hombres vestidos de campesinos. Las figuras se protegen del mal de ojo. Uno se tapa los oídos para no escuchar el -suponemos que escalofriante- ruido de los seres voladores. El otro con la cabeza cubierta, que se protege de la luz y hace la higa con sus dedos.
En la parte inferior vemos también a un burro. El burro en Goya es un símbolo de la Ignorancia que asolaba España en esa época (y quizás un poco ahora…?).
Y es que el artista siempre fue un defensor de la ilustración frente a las supersticiones y el oscurantismo que le tocó vivir en su época.
Además, con escenas de denuncia como esta, Goya deja volar su prodigiosa imaginación adelantándose también al surrealismo con una pintura onírica que nos remite a nuestro subconsciente colectivo.
El artista le vendería esta obra a los duques de Osuna, para la decoración de su casa de campo. El Prado lo adquirió en 1997 por 270 millones de pesetas.
Esta y otras obras son explicadas en mi libro «Francisco de Goya: El tiempo también pinta».
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Miguel Calvo Santos