Crecimiento
La mejor forma posible de ilustrar el crecimiento de un vegetal.
Para Klee, una de las cosas más importantes del arte (además, por supuesto, del color) era el movimiento.
Pero no ese movimiento urgente, casi frenético de los futuristas o los constructivistas, sino un movimiento orgánico, universal, perfecto, un movimiento lento pero implacable, como es el movimiento de la naturaleza.
Paul Klee se inspiró mucho, por ejemplo en las plantas y en su crecimiento milagroso desde que son pequeñas semillas, cuando poseen enormes y sólidos árboles esperando en su interior.
Aquí, como en todo en este universo nuestro (incluido el arte), las pautas rítmicas, las repeticiones más o menos regulares son las que marcan el ritmo de la creación. Como véis, formas y colores se repiten formando lo que podríamos considerar música visual. Bien podría servir de partitura. Las formas crecen orgánicamente, dando la sensación de tridimensionalidad, si no fuera por lo tremendamente esquemático que es todo, rozando lo abstracto. Pero ¿acaso no es un bosque algo abstracto visto desde arriba? ¿o una fresa, un brécol, una caracola o nuestra propia piel? Es todo ritmo y formas ordenadas en misteriosas formas que en conjunto adquieren al menos algo de significado.
Klee a su manera también había experimentado un crecimiento. Ya era un veterano curtido en mil batallas como el expresionismo y el simbolismo, y que se había encontrado a sí mismo en ese revolucionario viaje a Túnez. Aquí está en su etapa en la que recopila cientos de influencias en un estilo informal e infantil, pero tremendamente agradable y sofisticado.