
Cristo presentado al pueblo
El rey de los judíos.
Quentin Massys fue —artísticamente hablando— el rey de Amberes en el siglo XVI. Uniendo lo flamenco con lo italiano, su pintura dio lugar a una irresistible mezcla de tradición y modernidad, dos cosas que cuando chocan y lo hacen bien, suelen pasar a la historia.
Como buen flamenco, en sus cuadros religiosos se nota la intensidad espiritual, el cromatismo suntuoso y la gran minuciosidad en los detalles. Como amante de lo italiano, vemos como lo aprovecha en en naturalismo anatómico, las arquitecturas y demás atrezzos clásicos que pueblan esta pintura (fijaos por ejemplo en el brillo del casco del soldado).
Porque esta obra está poblada a tope, como podemos observar. Llena de gente con múltiples gestos, expresiones y actitudes rodeando a un resignado Jesucristo. Hay rostros que rozan lo grotesco, y es que la pintura de Massys siempre destacó por un peculiar sentido del humor, un estilo satírico que muchos consideran el germen del muy posterior expresionismo belga de Ensor. Desde luego muchas de estas caras parecen las máscaras del sarcástico pre-expresionista.
Todo para expresar mejor ese momento bochornoso de las burlas a Cristo por el pueblo que poco antes lo había victoreado. Aquí se convierten en una turba inhumana y caricaturesca.
Y para mayor sensación de abigarramiento, Massys también fuerza la perspectiva, algo insólito en un renacientista como Dios manda.