El cambista y su mujer
Massys nos retrata la avaricia.
Una de las primeras escenas de género (escenas cotidianas y costumbristas) de la historia del arte. Massys nos enseña el interior de la oficina de un cambista que está contando y pesando monedas. Su mujer mira como lo hace, y la vemos más interesada en los asuntos del dinero que en, por ejemplo, el libro religioso de sus manos.
Una forma de satirizar dos conceptos en teoría antagónicos como son el dinero y la oración. Para Massys está claro quién vencería en este conflicto, al menos en la oficina del cambista.
Massys pinta al estilo flamenco y no escatima en detalles como el bodegón del fondo, llenos de diversos objetos de distintos materiales y numerosos simbolismos. El nivel de detalle llega al punto de mostrar en la esquina superior derecha una puerta entreabierta con una diminuta escena familiar, con un hombre sosteniendo un dedo índice para advertirle al otro del peligro de entrar en estos lugares.
O en la mesa del primer plano, donde están las relucientes monedas y joyas, además de un enigmático espejo.
Si nos acercamos, veremos reflejado en él la ventana que llena de luz la habitación y a una figura masculina con turbante que está leyendo. No se sabe a ciencia cierta quién es este hombre. Quizás un cliente, o quizás un ladrón.
Pero lo que realmente refleja el espejo es «lo que no sale en el cuadro», un juego muy flamenco que veríamos unos años antes en obras de similar virtuosismo y detalle como El matrimonio Arnolfini de Van Eyck.