Cruz en la montaña
Escalada espiritual.
Cuando te pones intensito en alemán, el romanticismo se magnifica. Un ejemplo perfecto es el de Friedrich, que con sus paisajes montañosos de brumas, tormentas y amaneceres supo traducir sus sentimientos al lienzo. Por así decirlo, sus paisajes son como autorretratos de su alma.
Este paisaje en concreto tiene además el plus de la espiritualidad. Es prácticamente un cuadro religioso, y es muy raro que un paisaje pueda colocarse en una iglesia sin desentonar, como es el caso. Friedrich fue capaz de sacralizar el paisaje.
La condesa Theresia A. Maria von Brühl y su novio, el conde Franz Anton von Thun-Hohenstein (sus rimbombantes nombres parecen paisajes también) enloquecieron al ver esta pintura de Friedrich y le pidieron una copia idéntica para colocarla en la capilla de su castillo.
Y aunque parezca mentira, la obra tuvo su controversia: después de todo los jóvenes artistas románticos querían cuestionar la legitimidad de las tradiciones paisajísticas, y meter entre montañas y pinos sus ideas políticas, filosóficas, literarias y teológicas, jugueteando así con el significado de la obra.
En este paisaje espiritual vemos una montaña con abetos y una cruz en la cumbre. Tres luces sobrenaturales salen del lugar. ¿Es el sol que se oculta? ¿O es más bien algo más místico? Cada uno que saque sus conclusiones.