Ventana hacia el parque
El artista calma un poco su ímpetu.
Pintar una ventana cerrada puede servir como dispositivo de encuadre, como símbolo de confinamiento o anhelo, o hasta una metáfora de la pintura misma, una falsa ilusión de 2D imitando el 3D.
Una ventana es la transparencia. Es lo que funde lo privado y lo público. Es la fuente de luz de una casa, y espiritualmente la luz puede tener tantos y tan elevados significados como queramos darle.
Una ventana es también el pasaje entre interior y exterior. No es una puerta ni una pared, por lo que es una transición no física, sino mental. Mirar a través de una ventana desde un interior, evoca muchas cosas. Puede que miremos hacia afuera, pero puede que nos haga mirar hacia adentro. Si miramos por la ventana, ya estamos de algún modo en otra parte, o quizás lo deseamos.
Es comprensible el porque Friedrich dibujaba a veces interiores. Dibujos serenos sin tormentas, ni nubes, ni naufragios, ni atardeceres. Cosas como una simple ventana al parque. O no tan simple: recordemos ese extrañamiento romántico, esa idea que nos obliga a percibir las cosas (hasta las más cotidianas) de otra manera, las pone delante de tus ojos como si nos las hubiéramos visto antes.
Algo de romanticismo hay en este cuadro. Vistos los cientos de significados que puede tener, una ventana es romántica. Friedrich nos mete en esa habitación y nos hace mirar afuera, y a pensar.
Friedrich hace un contraste entre interior y exterior. Dentro todo es rectilíneo, racional, simétrico. Después tenemos una transición, con esas plantas en las macetas, como seres domesticados. Fuera, la vida es salvaje, aún en un día pacífico como ese. La naturaleza crece bella y libre, a diferentes alturas, de diferentes formas, pero en conjunto todo es hermoso.