Paisaje de invierno
HA! os desea feliz navidad.
Friedrich pinta, aunque no lo parezca, un cuadro religioso, ya que le iba el rollo del panteísmo, que es eso de que Dios está en todas partes, y esto, sobre todo, se demuestra al contemplar la naturaleza.
Si es así, no se necesitan templos ni iglesias. Se puede encontrar a Dios en paisajes nevados como este. Son equivalentes los abetos de la imagen que las agujas de una catedral gótica.
Si afinamos un poco la vista, vemos una cruz entre los árboles, y a un hombre rezando apoyándose en unas piedras. Debía tener problemas con sus piernas, porque ha dejado su muletas tiradas en la nieve. No tiene buena pinta la cosa: el tío puede estar a punto de morir congelado. Pero por alguna razón, este cuadro da una sensación de calma, de serenidad, aún observando toda esa fría nieve.
Para Friedrich la nieve era como algo cercano a la muerte. El invierno, por preceder a la primavera, al renacimiento de la naturaleza, simbolizaría la idea cristiana de la resurrección. Los abetos, árboles perennes que lo aguantan todo, eran para Friedrich lo eterno, un símbolo de la esperanza cristiana.
O dejando de lado cualquier interpretación religiosa, este paisaje es toda una postal de navidad. Nieve, calma, serenidad, espiritualidad, paz… Hasta parece desprender un poquito de calor, ¿no os parece…?
Pues estos sentimientos de paz y muchos otros más son los que os deseamos, lectores de HA! para esta noche, y para el resto de noches.
¡Feliz navidad!