Demonio sentado en el jardín
Retrato del ángel caído casi como un héroe trágico.
La inspiración a esta pintura es “Demonio”, un poema de 1837 del simbolista Mikhail Lermontov que cuenta la historia de una criatura hermosa, pero trágica, un ser que tiene un corazón lleno de amor pero está condenado a vagar por el mundo con la maldición de matar todo lo que toca. Por supuesto, el tío se enamora de una tal Tamara y ella muere por un beso.
Vrúbel muestra al deprimido demonio rodeado de los colores melancólicos del crepúsculo. Sólo unas flores geométricas que parecen de cristal lo acompañan en su soledad. El pobre demonio está sufriendo mucho. Incluso si nos fijamos, podemos ver una lágrima cayendo por su rostro.
No es este el típico retrato del demonio con cuernos y rabo. Este demonio es hermoso pues en realidad había sido un ángel antes de enfrentarse a su creador.
Pero pese al origen como ángel caído del protagonista, el cuadro no tiene connotaciones religiosas. Este demonio más bien un héroe trágico, un símbolo de rebeldía e inconformismo. Casi un retrato del propio pintor.
Vrúbel tuvo una época en la que se obsesionó por los demonios y los pintó con frecuencia. El artista padecía sífilis y esto provocó desordenes mentales y la hospitalización en un psiquiátrico. Al final la enfermedad lo dejó ciego y por lo tanto le arrebató lo que tanto amaba: poder pintar.