Diana y una ninfa sorprendidas por un sátiro
Lascivia y castigo mitológico.
Según la mitología clásica, Diana, diosa de la caza, es la protectora de la naturaleza. Sus virtudes se extendían a las mujeres que se ponían de parto y a las jóvenes casaderas. Su iconografía la define por el carcaj con flechas y una luna en la frente. Una iconografía recurrida, varios siglos después, por la artista Remedios Varo en diversos trabajos. La luna tiene una carga de misticismo y de alquimia relacionada con los nacimientos y su renacer.
En la mitología, como en la vida terrenal, existen contradicciones y no todo en Diana son buenas acciones. Su lado oscuro es muy oscuro. Su carácter vengativo provocó el cruel asesinato de Acteón por observar su desnudez mientras ella se bañaba. Acteón no fue la única víctima de la atroz cazadora, ya que los hijos de Níobe sucumbieron a su maldad. Calisto, madre de Zeus, tampoco escapó de la maquiavélica diosa que la transformó en un oso.
Pese a los antecedentes de la perversa diosa, el pintor flamenco Van Dick crea a una Diana y a una ninfa en reposo después de una jornada agotadora de caza. Su piel luce blanquísima envuelta en un haz de luz que crea el artista para reforzar su divinidad. Diana descansa protegida junto a una ninfa que observamos enlazada de su brazo. En un marco boscoso, entre la danza de tonos en distintos verdes amarronados, aparece la presencia acusadora de un sátiro. El sátiro es una criatura mitad hombre mitad chivo, con orejas puntiagudas, cuernos… Su cuerpo musculoso, desnudo y de piel oscura queda tapado por las sombras que Anton Van Dyck supo pintar. El rostro del sátiro muestra un gesto de deseo que percibimos en sus ojos lujuriosos y la posición de la boca en la que muestra su lengua sobresaliéndole. El lascivo sátiro no percibe el castigo que sucederá cuando Diana despierte de su sueño.
La figura de Diana lleva un mantón recogido entre sus muslos. El rojo de la tela quizás sirva de provocación y atracción para captar a sus víctimas. A la izquierda inferior de la pintura, prácticamente en el borde del lienzo, observamos a un perro durmiendo apoyado en el carcaj lleno de flechas. En la parte inferior derecha, en el suelo, encontramos varias piezas de caza, como un ciervo, un conejo, una perdiz o un pavo real… ¿Será el sátiro otra pieza de caza?