
La Coronación de espinas
La del pulpo.
Unos 20 años tenía Van Dyck cuando pintó esta obra en la que vemos una clara influencia veneciana (ese Jesús parece de Tiziano, que también hizo su maravillosa y violenta Coronación), pero también hay un influjo evidente de su paisano y mentor Rubens (de hecho esta obra fue un regalo para él).
Así es que Van Dyck pinta el escarnio de Cristo a la manera barroca, con su naturalismo, sus claroscuros y sus típicos anacronismos.
En un interior bastante oscuro, unos soldados —que por cierto tienen muy poco de romanos y bastante de flamencos del XVII— rodean a JC, le colocan la corona de espinas y le dan una caña como cetro para que así sea el rey que dice ser. Además de estos cinco, dos personas miran la escena desde fuera por la ventana y un perro con muy malas pulgas está sentado a los pies de Cristo.
Nótese, dicho sea de paso, a un Jesucristo bastante musculado y fortachón. Aunque le están dando una buena tunda (y no le queda nada al pobre hombre…) Van Dick tampoco se recrea en la sangre y lo truculento, como otros artistas barrocos (sobre todo españoles), y prefiere centrase en el dolor espiritual de ese rostro que transmite un agotamiento extremo.