El Diluvio
La lluvia rasgada.
El diluvio forma parte de un grupo de tres obras que rinden tributo a la lluvia (junto con Estación de lluvias n. º 1 y Estación de lluvias n. º 2). Todos ellos ofrecen una imagen similar, que, a pesar de sus pretensiones abstraccionistas, representan de manera clara el curso de un río sometido a una estacional y abundante tormenta. En este caso particularmente se nos muestra la última y más brusca de todas estas «etapas», un diluvio torrencial que con salpicaduras alargadas rasga diagonalmente toda la composición.
Toda la imagen se pinta con tonos grisáceos para el suelo, azulados para las nubes, blanco para el curso del río y lo que parecen ser una suerte de rayos zigzagueantes, y finalmente un amarillo-ocre reservado para un sol tímido y lejano. La diagonal generada por el curso del río que desde un primer plano central se pierde serpenteando hasta, la apenas dibujada, línea del horizonte y el propio dinamismo de las gotas de lluvia al caer aportan velocidad a la obra.
Nuestro artista siempre produjo obras en las que de manera in- o conscientemente subvierten bajo su tradicional dicotomía artística el lugar de la figura con respecto el fondo. Es curioso como el giro en su repertorio da un sentido tan brusco. La poética inspiración lo lleva a cesar con sus temas pictóricos sobre la aridez, las tierras baldías y los desiertos para representar el agua, la lluvia y el poder furibundo que subyace en ésta. Y es que su trashumancia turística lo lleva a estudiar cada fenómeno del lugar que visita: luz, polvo, mar, cuevas o incluso la influencia de otros artistas.
Siempre encontró inspiración en el medio natural, en la experiencia de sus propios ojos, siempre fue, y es de hecho, producto de su yo y sus circunstancias (como la mayoría de artistas, vaya). No por todo lo anterior dejó de marcar sus obras con una fuerte impronta ligada al Expresionismo Abstracto, de hecho, es gran deudor de esta última.
El resultado: una obra aparentemente simple y sencilla, pero livianamente compleja.