Disturbios en la Galería
¡Matemos la luz de la luna!
¡Cómo les gustaban los altercados a los futuristas! Su obsesión por el dinamismo era tal que una pelea resultaba un tema idóneo para representar, y más siendo de noche, con la excusa perfecta para pintar la luz artificial, pura electricidad.
Es sólo tres años antes de realizar esta obra cuando Boccioni se va a vivir a Milán, y allí entra en contacto con Filippo Tommaso Marinetti, que publica el manifiesto futurista, dando inicio al movimiento. Boccioni se unió entusiasmado, y acabó siendo el miembro más representativo.
El artista se inspira en las teorías del color, y consigue crear un asombroso y brillante efecto lumínico mediante el uso de los colores complementarios. No vemos dibujo, es todo color, mezclando pacientemente los colores en puntos o rayas diminutas.
Destacan especialmente el blanco y un potente amarillo, los dos colores que utilizan los futuristas para todo lo eléctrico, que les pirra. Nos recuerda un poco a los paisajes de Van Gogh: las zonas donde el amarillo disminuye son más oscuras.
En definitiva, es una escena nocturna, pero sólo lo sabemos por las farolas encendidas. Ni rastro de un cielo oscuro, la luna o alguna estrella. Uccidiamo il chiaro di Luna! (¡Matemos la luz de la luna!) decían los futuristas, y aquí Boccioni ya lo hace al no pintarla, ignorando a nuestro satélite, el claro símbolo de la noche. Cansados de las épocas anteriores, quieren una ciudad moderna y urbanita.