El acorazado Potempkin
Los diseños de Rodchenko fueron tan legendarios como la propia película.
Estamos en 1925 en la recién creada URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), el proceso revolucionario ha traído consigo una serie de cambios en la estructura social de la época, y es (por lo menos por lo menos hasta aquel momento) terreno abonado para las incipientes vanguardias. La pintura, el cine, la música, la arquitectura… los artistas soviéticos parecen estar decididos a romper con el arte tal y como se había entendido hasta aquel momento y a poner todo su talento al servicio de la propaganda comunista y la construcción de una nueva sociedad.
En este contexto Alexander Rodchenko diseña este y otros carteles para la película del cineasta soviético Sergei Eisenstein, El acorazado Potemkin, que narra los sucesos del fallido intento de revolución popular en 1905.
La obra es un claro ejemplo de las propuestas rompedoras en el mundo del diseño gráfico que realizaban por aquel entonces artistas como El Lissitzky, Varvara Stepanova o el propio Rodchenko. El uso agresivo e impactante del color, la recurrencia una y otra vez a las diagonales y la incorporación de la tipografía como un elemento más en la composición pictórica, son características inconfundibles de este periodo, que además guardan un cierto parentesco con los trabajos coetáneos que se realizaban en la Bauhaus.
Los diseños de Rodchenko resultaron tener una enorme influencia en el diseño gráfico y en la publicidad a lo largo de todo el siglo XX. Y el filme, es considerada hoy de culto y una de las obras maestras de la vanguardia cinematográfica soviética. Sin ir más lejos, el director Brian De Palma se inspiró en la película para la famosa escena del carrito de bebé precipitándose por las escaleras, que aparece en su cinta Los intocables de Eliot Ness.