El almuerzo de los remeros
El desayuno más famoso del arte.
Renoir, el impresionista más hedonista. Para él lo importante era mostrar la alegría de vivir. Mientras otros del grupo mostraban los diferentes efectos de la luz en un árbol, el bueno de Auguste lo que quería era los efectos de la luz en la vida.
Este cuadro es un icono. “El almuerzo de los remeros” nos muestra la terraza de la Maison Fournaise, a las orillas de Sena, un local que nunca dormía, en el que se alquilaban botes para un romántico paseo por París y se servían exquisitas comidas de la mejor cocina francesa de día, y se organizaban bailes hasta el amanecer por la noche.
Es lógico que un tipo amante de la vida como Renoir se pasara ahí horas y horas y decidió plasmarlo en un lienzo, con su estilo vibrante y tembloroso, lleno de vitalidad.
Renoir retrata a sus amigos como el pintor Caillebotte, sentado en primer plano, y frente a el, jugando con un perrito, a su modelo preferida de esa época, la pelirroja Aline Charigot, con su graciosa nariz, que acabaría siendo su esposa poco después.
¡Vaya luz la de este cuadro! Da la impresión de que se podría ver a oscuras. Una luz filtrada por el toldo a rayas que ilumina el jolgorio de los personajes y ese magnífico bodegón sobre la mesa, que casi es el protagonista del cuadro (la composición nos lleva directamente a él).
Un exquisito y nutritivo desayuno para aprovechar con fuerza y vitalidad el soleado día que les queda por delante a esta gente.