El beso de Judas
Giotto es el primer artista moderno.
Judas Iscariote entregó a su colega y maestro por treinta monedas, y la señal para hacerlo fue un beso.
Giotto consigue en este espectacular fresco transmitir el efecto de tumulto y confusión que produjo la traición.
Entre multitudes con palos y antorchas al más puro estilo Los Simpsons, se sitúan los dos ex-amigos, en el centro justo de la composición. Jesús petrificado, pero sereno, y Judas envolviéndolo con su manto para darle el beso de la muerte.
Por ahí anda también un malhumorado San Pedro (otro con aureola), que le corta la oreja a Malco, uno de uno de los criados del Sumo Sacerdote (JC se la volverá a poner después) y al fondo ya aparecen las tinieblas que describe la Biblia en este episodio de tan mal rollo y que Giotto representa con el azul lapislázuli, el pigmento de moda en el trecento.
Giotto fue, no nos cansaremos de decirlo, el primer gran artista moderno, incluso mucho antes del renacimiento, como demuestra en esta escena tan maravillosamente realizada, donde el sentido tridimensional y la presencia física de los personajes son completamente inéditos para la época.
Un adelantado a su tiempo que asentó las bases de la que sería la nueva pintura.