El curso de las cosas
Una obra maestra del caos.
Los post-modernos suizos (vaya, que irritante unión…) Fischli / Weiss nos regalaron esta obra maestra del arte absurdo que fue copiada hasta la saciedad, pero nunca superada.
Se trata de un cortometraje de unos 30 minutos que sorprende por divertido, ingenioso y también perturbador. Estoy hablando de auténtico cine, no de las soporíferas videocreaciones a las que nos tiene acostumbrado el arte contemporáneo. De hecho, ganó premios en varios festivales de cine. Una obra de arte humorística —no sabemos dónde está la gracia, pero la tiene— que puede recordar al mejor slapstick del cine mudo.
Fischli / Weiss filman en 16 mm.una cadena de acontecimientos que de repente se ponen en marcha, y no hay quien los pare. Un hipnotizador efecto dominó en el que todo tipo de cochambrosos objetos desatan el caos colisionando unos contra otros y hacen que nos quedemos anclados por el suspense del qué pasará.
Fischli y Weiss juegan a engañar. Todo este tinglado puede parecer obra del azar, pero está sumamente planeado para que ocupe todo un —falso— plano secuencia en el que estos dos artistas nos tienen en ascuas por saber si todo se va al carallo en un segundo. Una buena reflexión sobre las consecuencias y las relaciones causa-efecto que tanto nos vendieron los artistas más pomposos del siglo XX.
Los artistas escogen materiales industriales de lo más sórdido (The Guardian calificó a la obra como «post-apocalíptica») para crear una catástrofe creativa que nos hacen pensar en mil cosas, o quizás en ninguna.