El curso del Imperio II: Estado pastoril
Beatus Ille, aunque no por mucho tiempo...
Proseguimos nuestro viaje por esta interesante serie de Thomas Cole. Tras el Estado Salvaje o primitivo comienza una evolución en el ser humano y el paisaje que lo rodea, algo que lo diferenciará del resto de animales que habitan la Tierra. Ya no se limitarán a sobrevivir, querrán avanzar, adaptar el entorno a su conveniencia para lograr una vida lo más cómoda posible.
Podemos contemplar una naturaleza ya retocada, aunque la armonía primitiva aún permanece.
Este paisaje podría tratarse fácilmente de una escena en la Antigua Grecia, pero una Grecia pre-urbana (la única construcción que vemos es un templo megalítico, conocido también como dolmen, tumbas monumentales de piedra). Es un paisaje totalmente idealizado, en el que las personas parecen estar en paz y armonía con la naturaleza, llevan una vida sencilla y calmada. Por ese motivo podemos llamar también la Arcadia a este cuadro, antiguamente Arcadia era simplemente una región de la Antigua Grecia, sin embargo la palabra evolucionó y los poetas del Romanticismo especialmente la usaban para referirse a un lugar fantástico e inventado, un lugar en el que reinaba la felicidad, los habitantes estaban siempre alegres, y nada malo sucedía nunca.
Aún así, en vista de lo que se avecina en un futuro no tan lejano, Cole ya nos deja algunas pistas que nos indican el camino que tomarán los humanos, incansables en su afán por un mundo a sus pies.
Vemos la construcción a medias de un barco de guerra, y más a primer término una madre, tal vez preocupada, que contempla a su hijo. Este dibuja en el suelo a un soldado, para ese niño es un héroe, no piensa en las terribles consecuencias que ocasionan las guerras.
Estos pequeños detalles ya anticipan el desarrollo y la ambición humana, que alcanzará su esplendor con el Imperio Romano.