El Infierno: Canto XIX
¡¡Esas piernas...!!
En La Divina Comedia, cuando Dante y Virgilio están en el Octavo Círculo del Infierno, ven esta imagen estremecedora: los condenados por cometer simonía están colocados cabeza abajo en agujeros en las rocas del infierno. Sólo sobresalen sus piernas, que se retuercen de dolor por las llamas que las queman.
El Octavo círculo, el departamento de Fraude, tiene diez recintos, y merece la pena comentarlos uno por uno:
- En el primero están los proxenetas y seductores, guiados por demonios a marchar por la eternidad.
- El Segundo recinto es para los aduladores, bañados en excrementos humanos.
- El Tercer recinto es el de la imagen (ya hablaremos de él).
- El Cuarto recinto, para los brujos, astrólogos, y falsos profetas, con la cabeza retorcida hacia atrás.
- El Quinto recinto, para los políticos corruptos, bañados en brea hirviente.
- El Sexto recinto, para los hipócritas, cargados con capas de plomo, que aparentan ser de oro.
- El Séptimo recinto, para los ladrones, mordidos por serpientes.
- El Octavo recinto es para los consejeros fraudulentos, envueltos en un fuego que los quema.
- El Noveno recinto, para los que causan discordia con sus palabras, que son ellos mismos divididos con espadas.
- El Décimo recinto es para los falsificadores, que sufren toda suerte de enfermedades.
Para ilustrar este Canto XIX, Gustave Doré, a pesar de lo suculento de mostrar sufriendo al concejal corrupto de tu pueblo, o a un abyecto negacionista, optó por quedarse con el tercer recinto. Y no es difícil entender el motivo, al ver la fuerza de esta imagen: esa expresividad de las piernas retorciéndose, ese humo saliendo de los hoyos, ese excepcional dibujo destinado a planchas para grabados… son absolutamente geniales.
La simonía es comprar o vender lo espiritual a través de lo material. Es decir, cuando un cura te vende el cielo si le das dinero, por ejemplo. Si conocéis a alguno, enseñadle esta imagen, para que sepa lo que le espera para toda la eternidad.