Muerte montada en un caballo pálido
La muerte le sienta bastante bien.
«Y miré, y vi un caballo pálido; y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Infierno lo seguía»
Apocalipsis (6, 7–8)
Así nos habla el Apocalipsis de cómo surge el cuarto de estos cuatro simpáticos señores conocidos como los cuatro jinetes del Apocalipsis.
Muerte es el único con nombre propio y a diferencia de los otros tres, no porta ninguna arma, aunque siempre lo relacionaremos con su famosa guadaña que siega la vida. No tiene armas ni falta que le hacen, ya que va seguido por un séquito del mismísimo infierno, como vemos en esta magnífica ilustración de la Biblia del gran Doré.
Una imagen digna de una portada de un disco de Black Metal que nos muestra a la Muerte como alguien extremadamente cool. Un ente que me atrevería a calificar incluso de necesario ya que de vez en cuando se lleva por delante a unos cuantos indeseables, limpiando un poco el planeta. Aunque por supuesto, por desgracia la Muerte no sólo se lleva a cryptocuñados, cazadores o gente que se hace llamar a sí mismo curator. De vez en cuando este jinete ataca a alguien válido y útil de verdad, dejándonos un poco hechos mierda.
Puede ser injusta, pero la Muerte ya nos avisa de que nos va a venir a visitar desde que tenemos uso de razón, y nos susurra al oído constantemente: «vive, vive, vive, vive, vive, vive…».