El príncipe de Sajonia
Se parece a uno de los de Saxon.
Un retrato de cintura para arriba donde un chaval rubio nos mira con mirada estrábica. Uno de los típicos defectos de la realeza, aunque desde luego no es lo peor que puede pasar al mezclar las mismas sangres…
El retratado es el Príncipe de Sajonia en tiempos de Lucas Cranach (por cierto, todavía esa existe esa figura en Alemania), posiblemente Juan, hijo de Jorge «el Barbudo». Como vemos, Juan es un muchacho muy muy especial. Pálido como un fantasma, algo contrahecho, chueco, con ojos bizcos y saltones, y esa melena de grupo heavy alemán.
Nótese la corona de perlas negras, oro y piedras verdes algo mal colocada sobre su cabeza (o quizás era la moda monárquica germana del XVI) que según los expertos es prueba de que Juan se iba a casar.
Quizás estamos siendo demasiado crueles con el aspecto de este chico. Es sabido que hubo, habría y habrá realeza mucho más fea en Europa, y no cabe duda de que es el protagonista de una auténtica obra maestra del arte.
Cranach, pintor de la corte de Wittenberg y el mejor artista de Sajonia en esa época, fue un retratista muy solicitado, y con razón. Vemos aquí perfectamente su característica atención al detalle, su extraño realismo y cierto estilo que misteriosamente podemos asociar con retratos de siglos posteriores del Expresionismo Alemán o la Nueva Objetividad, movimientos que no esconden haber bebido de la obra de Cranach.