El violinista alegre con un vaso de vino
El vino, la música y la pintura, las tres grandes pasiones de Van Honthorst.
¡Ah…! ¡Arte y vino…! Podríamos hablar durante siglos de esta relación: No hay nada que le guste más a un artista que un vaso de vino. Sobre todo si son músicos…
Y aquí, un violinista visiblemente ebrio sujeta un vaso de zumo de las parras sonriendo con su jeta colorada. Se percibe claramente el amor en la mirada.
El barroco holandés de la Escuela de Utrecht tiene en Van Honthorst a una de sus principales figuras. Fanático de Caravaggio, intentó emular lo que pudo al tenebrista, aunque aquí lo vemos un poco más luminoso, dado el carácter lúdico del cuadro.
Desde el vaso a las plumas, pasando por los contaluces y los rojos de cara y dedos, nadie puede negar que el artista sabía de eso que llamamos pintura.
Asumimos que de vino también tenía conocimiento, dada la cantidad de veces que ambientó sus pinturas en tabernas de mala muerte.