Entre dos
Erotismo andrógino.
Leonor Fini vuelve a la carga con su arte erótico, en el que no solo desdibuja géneros sino también formas. Si nos fijamos un rato, no queda claro que la imagen sean dos mujeres entregadas a placeres sáficos. Conociendo la obra de Fini, sabemos de la importancia de lo andrógino para la artista.
Una mujer libre que siempre trató la sexualidad sin tapujos, sin tabúes. Cuadros con un filtro onírico propio del surrealismo del que formó parte —aunque siempre rechazó ser oficialmente una surrealista, ser la mascota de Breton entre tanto macho-alfa—. Fue amiga íntima de Dalí y Cocteau, fue amante de Ernst, vivió con 2 maridos y 23 gatos persas en su piso y pintó, de manera autodidacta, sobre el deseo, no de la forma tradicional del surrealismo, con mujeres pasivas e infantiles, maniquís y lolitas, sino con mujeres fuertes, peligrosas, lascivas, mágicas… hechiceras como ella.
En L’Entre deux (Entre Dos) Fini homenajea claramente a Klimt, sus colores, sus temáticas, sus poses, pero haciéndolas suyas. Las fronteras entre lo femenino y lo masculino desaparecen en ese interior con un acogedor sofá y alfombra de flores como huevos fritos.
La pintura rezuma sensualidad e intimidad, una fantasía erótica de una mujer sinónimo de originalidad y libertad personal.