Escena de violación y asesinato
A golpe de trabuco.
Una de las obras «X.9» de Goya (fijáos en la inscripción), un conjunto marcado suponemos que por un notario y que al parecer se basan en el mismo tema: ultraviolencia. Escenas tan crudas y truculentas que casi superan a algunos de sus Caprichos más heavys. Una temática perfecta para el marco de la Guerra de Independencia Española.
Como amante de lo popular (¿fue Francisco también precursor del Pop-Art…?. Quizás ya es demasiado ridículo afirmar esto) a Goya siempre le interesaron los sucesos más escabrosos. Como si de un periodista del El Caso se tratara, se interesó por los crímenes más sórdidos acaecidos en esa España profunda, tan de boca a boca entre el pueblo, y retomó en esa época escenas de asaltos, robos, asesinatos y violaciones que acontecían continuamente en los caminos españoles. Y pese a que hubo corrientes románticas que idealizaban a los bandoleros a modo de Robin Hood o Curro Jiménez, el caso es que en su mayoría, los bandidos no eran los empáticos ni gentiles outlaws que defendían a la población al estilo Equipo A, sino que más bien esos asaltos eran ejemplos de extrema crueldad y sinsentido para aquel viajero lo suficientemente intrépido como para cruzar caminos secundarios sin guardaespaldas.
En esta obra vemos a una mujer atacada por unos bandoleros. Parte de su ropa ha sido arrancada. Uno de los sujetos tiene un cuchillo en la mano, el otro está forcejeando con ella y con uno de los hijos de la mujer, que intenta proteger a su madre. Otro de sus hijos, un bebé recién nacido, llora desconsolado.
Goya se adelanta al horror que iba a ocurrir en España. La guerra llegaba a su país—en versión moderna, con víctimas civiles e inhumanidades varias incluidas— y estas escenas se multiplicarían por mil. Al menos ahí estaba él para denunciarlas.
Esta y otras obras son explicadas en mi libro «Francisco de Goya: El tiempo también pinta».
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Miguel Calvo Santos