Fox Trot
Bailando en el museo.
«Nunca quise ser pintor; Quería ser bailarín de claqué».
Andy Warhol
Es curioso ver bailar un fox trot a los espectadores delante de este cuadro. Quizás eso define a una buena obra de arte: que te haga bailar delante de ella.
Warhol empezaba su carrera con este tipo de obras, sus Diagram Paintings, y lo hacía aún a mano alzada, renunciando al proceso de pintura mecánica que lo haría famoso en el futuro. Un artista inicialmente tímido y consciente de sí mismo que «robaba» el material de un libro para aprender a bailar, el Dance Guild, Fox Trot Made Easy de 1956, y con ello quizás pretendía hacer un comentario temprano sobre una sociedad cada vez más preocupada por la autopercepción, el éxito y la fama. Un libro y una pintura de autoayuda social para aprender a desarrollarse como sujeto en una sociedad de ocio.
Adelantándose unos años al pedante de Bourriaud, y su estética relacional, en la que se da más importancia a las relaciones que se establecen entre y con los sujetos a quienes se dirige la obra que a objeto artístico en sí mismo, Warhol fomenta con su Fox Trot la uniformidad cultural a la que ve que va dirigida la sociedad occidental y que se convertiría en su principal marca de la casa.