Mao
Warhol vende un producto más.
«La acción no debe ser una reacción sino una creación»
Mao
Mao Tse Tung aparece pintarrajeado como una furcia en este icónico retrato del verdadero Rey del Pop, Andy Warhol.
Un enorme soporte para mostrar únicamente su cara, como se hacía en la época en el Gigante Asiático en plena Revolución Cultural China, donde el culto a la personalidad del Gran Timonel era desmesurado. Warhol sabía bien que en Estados Unidos, otro gigante político, económico y cultural, todo se podía vender… y qué mejor venta que la imagen de Mao, otra estrella pop, otra lata de sopa.
Después de todo, los libros de Mao eran —siguen siendo— los más leídos del mundo. A su Pequeño libro rojo sólo lo supera la Biblia, aunque hay que tener en cuenta que durante el mandato de Mao fue obligatorio tener y llevar consigo siempre una copia. Por cierto, la imagen del líder comunista está copiada de la foto que aparece en la portada interior de este best-seller, símbolo tanto del comunismo chino como del consumo de masas.
A Warhol se le ocurrió pintar a este Mao travestido tras la visita de Nixon a China ese mismo año y decidió añadir a la serigrafía los pigmentos de forma casi caligráfica, al estilo chino. Pero por supuesto, Warhol no creó únicamente una obra. Siguiendo su filosofía de crear arte en serie, existen hoy en día unas 28 imágenes de Mao dispersas por todo el mundo, probablemente alguna en casa de algún millonario chino. Porque China es extremadamente comunista, pero ultra-capitalista también… depende de cómo se mire.