Gimnastas de la URSS
Retrato colectivo del equipo que arrasó en Tokio 1964.
Un cuadro rojo como la sangre, como la bandera… Un poco de propaganda soviética realizada paradójicamente por un artista cuya familia había sido aniquilada por el régimen por “enemigos del pueblo”.
Sin embargo Dmitri Zhilinsky fue una de las figuras más representativas del realismo socialista, ese único arte que permitía la Unión Soviética estalinista, tras la experimentación radical de los primeros años de Revolución Rusa. Con el “deshielo” de Khrushchev ese realismo se volvió un poco más irreal, más libre en su forma, y eso se debe en gran parte a Zhilinsky, que abrió unas cuantas puertas de lo que hoy es el arte ruso.
Por supuesto Zhilinsky no debía estar del todo de acuerdo con ciertas cosas de su país, pero una cosa sí tenía clara: el amor por el arte. Si el estado quería estimular la práctica del deporte entre los ciudadanos y a la vez joder a los EEUU en las olimpiadas, necesitaba un buen órgano de propaganda. Y Zhilinsky, muy popular entre la ciudadanía, era perfecto para este trabajo.
Sus retratos colectivos de obreros, trabajadores, artistas o simplemente gente habían calado en la población por lo que fue él el elegido para retratar al equipo de gimnasia que se hizo con la mayoría de medallas de Tokio 1964. En plena Guerra Fría fue todo un triunfo propagandístico para la URSS.
Pero como vemos, y pese al realismo en los rostros, el cuadro es un poco extraño. Recuerda en parte a la pintura del renacimiento, gran influencia para el artista, pero la perspectiva es muy central y el punto de vista elevado, los volúmenes casi no existen, el colorido rojo, blanco y algo de azul enrarece aún más la escena, y sobre todo… ¿A qué viene tanto macho en primer plano, y las gimnastas femeninas relegadas al fondo…? Después de todo, fueron ellas las principales triunfadoras de los Juegos Olímpicos.