El el mar. Familia
Baño de realismo.
Para crear sus estampas de la vida de una familia de vacaciones en la URSS, Zhilinsky reúne el estilo del Renacimiento europeo, un poco de iconografía rusa, lo pasa por la batidora de la modernidad y le pone la guinda de su propio estilo de Realismo Social Soviético, en su caso bastante mágico.
En 1964, cualquier ciudadano ruso tenía derecho a sus vacaciones anuales pagadas. En algunos casos de 45 días laborables, dependiendo del trabajo. El Estado necesitaba que sus trabajadores gozaran de buena salud para producir, además de poseer un sentimiento de seguridad en su país, y más que nada, de dependencia de sus lugares de trabajo.
La gente se iba a futuristas balnearios soviéticos, o los que tenían coche se iban de acampada al lado de algún lago, o a la casa de algún familiar en el campo. Y los más afortunados, los que tenían contactos en sindicatos o el Partido, se podían marchar a la costa Báltica o a Crimea, para tostarse al sol y darse un baño en el Mar Negro.
Zhilinsky vivió un verano en la playa, y se nota que le sentó bien por la armonía y la calma que transmite este cuadro.
El color, la monumentalidad, el equilibrio, la composición… El el mar. Familia muestra en el fondo a soviéticos disfrutando en el mar, y en primer plano a su esposa, la escultora Nina Zhilinskaya, y a sus hijos Olya y Vasya, y además aprovecha para autorretratarse con un pez recién pescado. Zhilinsky nos mira, «rompiendo la cuarta pared», como diciendo que esta bucólica estampa no es todo lo realista que parece. Que es más bien símbolo, propaganda y fantasía.