Hombre enloquecido por el miedo
Courbet vs. Courbet.
Gustave Courbet se autorretrata a punto de tirarse por un acantilado. Otro selfie de un hombre desesperado (nótese las similitudes entre ambas obras), pintado en lo que debió ser una época bastante difícil para el artista. Fue un periodo de crisis creativa que debe ser típica en todo buen artista, cuando empieza a aflojar la confianza en uno mismo.
En su juventud, Courbet se veía a sí mismo casi como un farsante, pero esa inseguridad interna la suplía con una imagen exterior de chulería, ambición y satisfacción. Una dualidad de dos Courbets luchando que es normal que se tradujera en ideas casi suicidas, aunque fuera en una fantasía pictórica como esta.
Cierto es que en esa época de Romanticismo era de lo más normal esa relación entre genio y locura y todos los artistas estaban «un poco locos», como muy bien cantan los lendakaris muertos en una de sus canciones.
El artista como un genio solitario, elevado sobre la multitud (ahí está en lo alto de una montaña), en un estado sublime de miedo, ambivalencia y desesperación que lo lleva a numeritos drásticos como este, quizás para llamar la atención (otra de las cosas que más le gustaban al pintor).
Aunque debió ser un periodo pasajero (el de la desesperación, no el de llamar la atención), pues Courbet abandonó la obra dejándola inacabada, hecho que incluso le da un mayor atractivo al cuadro.