La tormenta
Un Courbet de lo más romántico.
Courbet fue toda su vida un enamorado del mar y visitó todas las costas que pudo a lo largo de su carrera, plasmándolas con sus pinceles.
Esta en concreto pertenece a Saint-Aubin-sur-Mer en la costa de Normandía. Un mar que está un poco lejos y desnudo
demostrando que Gustave Courbet era en el fondo todo un romántico. Si quiso en un momento dado burlarse del romanticismo fue seguramente por ir en contra de la pintura academicista de la que el movimiento no se había desmarcado del todo y sobre todo los motivos exóticos del Romanticismo, eses que pretendían crear una vía de escape de la realidad. Courbet era bien consciente de la realidad. Simplemente quería revolucionarla.
Un horizonte situado en una línea muy inferior del cuadro dan un mayor protagonismo al infinito del mar, y sobre todo ese cielo casi sobrenatural con el que parece estar casi fornicando. Un efecto atmosférico concreto del que al parecer el autor estaba siendo testigo.
Es curioso que Courbet se interesara por captar el momento, como lo harían los impresionistas unos años después. Suponemos que el autor había absorbido el ambiente artístico que se estaba gestando en esos años y que él, de una u otra manera, había contribuido a crear.
Hay que destacar también que esta tromba de agua no es un simple paisaje. La diminuta figura de esa mujer sobre una roca, quiere representar algo. Parece gritar con los brazos levantados, quizás comunicándose con la tormenta en su propio idioma desbocado.