Juzgando un día de trabajo
Retrato hecho a medias.
Anna Ancher pinta a su marido Michael y este la pinta a ella. Un retrato mutuo de esta pareja de artistas que optaron por representarse de manera costumbrista (recordemos que ese era uno de los puntos fuertes de Anna como pintora), autorretratados en el día a día de su casa tras su jornada de trabajo. Los dos están en la penumbra y miran con interés un cuadro. Los pintores están evaluando el trabajo del día.
Este matrimonio danés vivía en la colonia de artistas de Skagen (un pequeño pueblo en la costa de Dinamarca) y ambos pintaban de igual a igual, en una época y un lugar que no eran precisamente modelos de igualdad entre géneros. Pero Anna no estaba dispuesta a hacer lo que le dictaba la sociedad: dedicarse a las tareas domésticas. Su idea más bien era pintarlas y nadie le iba a obligar a renuncia a ello. Desde luego no Michael, que fue su más fiel defensor y cómplice.
Todo el mundo sabía esto en Dinamarca y lo respetaban. Eran una pareja bastante compenetrada. Por ello este cuadro, además de intimidad (potenciada por esa luz tenue) debió de ser toda una declaración de principios este doble retrato de Michael trabajando en lo mismo y tomando las mismas decisiones que Anna.