La cólera de Aquiles
Un héroe furioso.
μῆνιν ἄειδε θεὰ Πηληϊάδεω Ἀχιλῆος
(Canta oh, diosa la cólera funesta del pélida Aquiles)
Con este verso comienza la Ilíada, que desde el primer momento nos hace saber que Aquiles es su protagonista, pues es la cólera de este el que la inicia. El origen de su enfado se debe a Agamenón, el líder de los griegos, por el cual, pese a estar bajo sus órdenes, Aquiles no tiene ningún respeto.
La relación entre ambos era ya tensa, y se volvió insostenible cuando Agamenón no tuvo más remedio que devolver a Criseida, una joven hija de un sacerdote de Apolo a la que el ambicioso griego convirtió en su esclava. Apolo envió la peste a los soldados griegos y muchos murieron por el egoísmo de su superior. Cuando Agamenón, a regañadientes, llevó a Criseida con su padre, exigió a cambio a Briseida, la esclava de Aquiles.
El semidiós enfureció, y se dispuso a desenvainar su espada cuando notó un firme tirón en sus cabellos rubios. La diosa Atenea se había aparecido sólo ante él, y era ella quien estiraba.
Rubens se ciñe fielmente a la obra de Homero. Lo más impactante de la escena probablemente sea justo el gesto y expresión de Atenea.
En el centro de la composición, Agamenón se levanta impulsivo y furioso ante la reacción de Aquiles, ¡por muy semidiós que sea no es nadie para desafiarlo a él! A su lado, Néstor, el más sabio y viejo de los aqueos lo retiene sujetándolo de un brazo y trata de apaciguarlo.
Como es habitual en la serie de La vida de Aquiles, Rubens cierra los laterales con dos termes, o columnas: la del lateral derecho tiene el rostro de una anciana con una venda sobre los ojos y rodeada de serpientes, posible símbolo de la discordia. Al otro lado vemos a un hombre con los ojos vendados y su torso encadenado. En la base de la columna, en lugar de serpientes, aparece una antorcha: todo el terme en sí representa la furia (define a la perfección la expresión de estar cegado por la furia), cómo se siente Aquiles en ese momento.
Tanto esta figura encadenada como el león acostado a primer término, atado con una cadena que lleva una bola de hierro (de esas que asociamos popularmente con las que arrastran los fantasmas de sábanas blancas) expresan lo que Aquiles siente, está igual de reprimido que ellos por la diosa Atenea, que lo ata en corto sin necesidad de cadenas.